miércoles, 15 de junio de 2011

La liebre con muchos amigos


Nadie había llamado jamás vanidosa a la liebre, pero tantos animales le habían dicho que era el mejor de sus amigos, que no se la podía censurar porque se sintiera un poco orgullosa de sí misma. 
Una alegre mañana de sol, decidió visitar a algunos de sus doscientos hijos. Salió temprano y atravesó, dando saltos, los bosques, hasta que, de improviso, le cayó encima una rama y le magulló una de las patas traseras.

La magulladura no era grave y sólo había una razón para que la inquietara. Al día siguiente, la gente del pueblo venía a cazar a los bosques y, para huir de sus sabuesos, ella tendría que mostrarse más despierta y ágil que nunca.
Autor Anonimo, imagen de internet
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